Lunes 4 de Agosto de 2025

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LOCALES

4 de agosto de 2025

CELEBRACIÓN EN MEMORIA DE MONSEÑOR ANELELLI EN PUNTA DE LOS LLANOS

En memoria del Beato Mártir Enrique Angelelli y sus compañeros Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville y Wenceslao Pedernera se llevó a cabo una misa en la Ermina del paraje El Pastor, Punta de los Llanos

Con los Mártires Riojanos, peregrinos de Esperanza. Con este lema estamos viviendo este mes de los mártires unidos a toda la Iglesia que transita este año de Jubileo donde volvemos la mirada a Jesucristo el hijo de Dios que se hizo hombre que vino a compartir con toda la humanidad un Camino de Vida Plena para todos. De felicidad plena para todos.

Hoy llegamos a esta Ermita como peregrinos, este es para nosotros un lugar de peregrinación, un lugar para encontrarnos con Jesucristo por quien mons. Enrique dio la vida. Es un lugar para recibir de Él las indulgencias que, como lo enseña en la parábola del Hijo pródigo, nos liberan de todo pecado, de toda culpa para que participemos de su Vida plenamente y nos entreguemos sin obstáculos en la edificación de su Reino, trabajando por un mundo con mayor justicia y paz!

Jesús se vio reflejado en las palabras que escuchamos del profeta Isaías: “Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor… a consolar a todos los que están de duelo, a cambiar su abatimiento por un canto de alabanza.”

Angelelli fue un obispo que asumió la misión de anunciar a Jesucristo al pueblo que pastoreaba para ayudarlos a salir adelante, para que pudiera comprender la grandeza de su dignidad, para animarlo a organizarse para afrontar para afrontar todas las dificultades de la vida. Ese Jesucristo que anunciaba como fuente de liberación de todo lo que ata o esclaviza e impide vivir con la libertad propia de los hijos de Dios.   Por eso, como expresión de la fe en Jesucristo, la participación en la Iglesia y en la vida social con esenciales en su propuesta pastoral. También hoy fomentar la participación de todos y asumir el protagonismo en la transformación social es un gran desafío que tenemos. Si no hay participación popular la vida termina siendo conducida, y muchas veces oprimidas, por unos pocos según sus intereses.


Las comunidades Eclesiales de Base son un ámbito concreto de participación y de acompañamiento de la vida que nace y crece en un lugar concreto, en un territorio. Mons Angelelli, sabemos dio una gran importancia a la vida en comunidad, al caminar juntos, al superar juntos todo tipo de egoísmo y aislamiento. Su presencia frecuente en barrios periféricos o en pequeños poblados del interior habla del valor que le daba a la fe vivida en cada lugar.

Hoy las Comunidades Eclesiales de Base están llamadas a mantenerse vivas a la luz de la Palabra de Dios y el compromiso comunitario concreto. A la vez están llamadas a asumir la sinodalidad para renovarse y crecer. El vínculo más profundo con distintas pastorales y movimientos eclesiales, con distintas espiritualidades, con organizaciones sociales, podrán alimentar su vida y le permitirá compartir sus propias riquezas con más amplitud.

Queridos hermanos venidos de distintos lugares, queridos miembros de las Comunidades Eclesiales de Base, siguiendo ese camino que nos indica Jesús y la iglesia latinomericana y universal lo asumen con decisión no nos equivocaremos. El documento Final del Sínodo nos dice: “El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres” (EG 197), los marginados y excluidos, y por tanto también en el de la Iglesia. En ellos la comunidad cristiana encuentra el rostro y la carne de Cristo… La Iglesia está llamada a ser pobre con los pobres, que a menudo son la mayoría de los fieles, y a escucharlos y considerarlos sujetos de evangelización, aprendiendo juntos a reconocer los carismas que reciben del Espíritu” (cf n° 19)

La opción por los pobres, debe renovarse constantemente y atender las situaciones de vida concreta buscando su promoción desde ellos mismos. Hoy, cuando vemos menos atendida la realidad de los pequeños campesinos por organismos que se cerraron, cuando las personas con discapacidad disponen de menos recursos para su adecuado desarrollo, cuando muchos enfermos no tienen para su tratamiento y los jubilados no logran actualizar sus magros ingresos estamos llamados a estar cerca y acompañar estas luchas. La Participación ciudadana comprometida y sostenida abre nuevos caminos, siempre y permite asumir los desafíos propios de este tiempo.

Con el de los pobres estamos llamados a escuchar el clamor de la tierra a la que se la sigue explotando más allá de lo que puede dar ocasionando daños irreparables como el calentamiento global de la tierra y la variación de las estaciones. Nos sorprenden los altos cerros y la cordillera sin nieve desde hace años. El papa León XIV expresa que «en un mundo en el que los más frágiles son los primeros en sufrir los efectos devastadores del cambio climático, la deforestación y la contaminación, el cuidado de la creación se convierte en una cuestión de fe y de humanidad.

Nos alarma el nivel de consumo en la sociedad que hace que cada vez tengamos que explotar más y más los recursos naturales para satisfacer ese consumo descontrolado. Por eso en Laudato Si, el papa Francisco, nos alienta a un estilo de vida más austero y sobrio, no por ello dejar de disfrutar de todo lo que la naturaleza nos da para bien de todos.


Agradecemos la presencia de familiares de Enrique, en estos últimos tiempos pude conocer más a algunos de ustedes. También tuve la posibilidad, en el pasado mes de octubre, de conocer a sus raíces familiares en Italia percibiendo la importancia que Enrique le daba a estos lazos que han marcado también su formación e identidad. En esa familia concreta él creció y se desarrolló como niño, adolescente y joven. Allí recibió la fe que lo acompañó toda la vida y por la que entregó su propia vida.

Como Jesús, se dejó acompañar por su familia, al mismo tiempo que su pertenencia a la Iglesia y su rol de pastor le llevó ampliar el horizonte familiar de tal modo que hoy sin haberlo  conocido de modo directo, muchos nos sentimos familia suya.

La Iglesia está llamada a ser familia y casa de todos, para ello necesitamos renovarnos. Si queremos ser fieles al Evangelio y seguir las huellas de mons. Angelelli tenemos que asumir hoy la renovación de la Iglesia expresada en la experiencia del camino sinodal, conocer y vivir de modo concreto las orientaciones del Documento Final del sínodo. Nos dice nuestro obispo mártir: “La diócesis, el Pueblo de Dios, el cuerpo místico de Cristo que lleva en sí la presencia de Dios, es una familia, una comunidad un edificio de piedras vivas que son los cristianos, tiene su pastor y es… una comunidad de fe, una comunidad eucarística, una comunidad misionera”

Una Iglesia familia, que acoge a todos y permite que todos participemos de su misión es posible. No nos dejemos robar el deseo de vivir en comunidad y hacer de nuestras comunidades ámbitos familiares que nos permitan crecer y ser verdaderos misioneros y auténticos servidores del pueblo.

Que el beato Enrique y sus compañeros mártires Mártires nos sigan indicando, particularmente en este año de Jubileo, el camino para seguir a Cristo con alegría y entrega fiel, siendo siempre Peregrinos de Esperanza. Bendiciones y paz. Así sea.

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